lunes, 24 de octubre de 2011

Sin dudas de muerte (Antígona)

  Mis dos hermanos se encuentran en guerra y yo no puedo hacer nada. Me siento como un esclavo, un pájaro enjaulado que quiere salir y volar lo más alto posible, pero no puede ser así, tendré que asumir que soy inservible en estos momentos, por la razón de que mi padre lanzó una maldición contra ellos. Estoy en este cuarto amplio esperando una respuesta de quién será el rey de Tebas (Eteocles o Polinicles), triste por la muerte de un padre que poco tiempo pude pasar con él aunque pude acompañarle con honor al exilio.
Pronto me llega un buen mensaje. Mis hermanos se repartirían el trono periódicamente.
Así lo hicieron mutuamente hasta un día que llegó de sorpresa para todos, en el que mi hermano Eteocles decide imponerse el trono. Polinicles se cabreó con mi hermano y buscó ayuda en uno de los pueblos vecinos en el que reinaba Creonte ( que yo no le veía muy fiable a  pesar de ser mi suegro, por el mero hecho de que me casé con el apuesto Hemón, su sobrino ).
Creí que me encontraba sola en el mundo ese día que me dijeron que mis hermanos se habían matado cada uno a manos del otro, según decía la profecía. Creonte entonces se convirtió en rey de Tebas y dictaminará que mi buen hermano Polinicles, "al haber traicionado a su patria", no será enterrado dignamente y ¡lo dejarán en las afueras de la ciudad!.
¡Eso si que no lo voy a pasar! Es el momento en el que me toca participar a mí y hacer algo contra ésta injusticia. ¡Por fin saldré a luchar en honor a mis hermanos!
Ya sé, tengo un gran plan .Enterraré a mi hermano en Tebas en contra de lo que dice Creonte.
Esa noche fría de invierno salí con el cadáver convencida hacia el cementerio. Todo era muy lúgubre y estaba muy oscuro. El cadáver pesaba mucho y tropecé unas cuantas veces.
Ya terminada mi misión ,satisfecha , de vuelta hacia casa, unos hombres a los que no pude ver el rostro, me cogieron y me condujeron hacia el castillo de Creonte. No podía soltarme de esos robustos brazos que me atraparon .Podía sentir cómo me ahogaban el cuerpo.
Llegé hasta los pies del rey Creonte y me dijo:
_ Antígona ,hermana de Polinicles y Eteocles, has violado mis leyes y serás enterrada viva como castigo.
Yo estaba temblando y no quería ni escuchar las palabras que salían por su boca , porque me las imaginaba.
El día de mi muerte no me lo pensaré mucho; me ahorcaré y me iré con mis hermanos y mi padre a la Tierra Santa.

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